Caída en el camino del Calvario o La subida al Calvario

Se trata de un óleo sobre lienzo de grandes dimensiones. El trayecto narrativo es dinámico, comienza a la derecha con las mujeres y se adelanta hacia el primer plano con un punto de vista muy bajo, ofreciendo a la mirada del espectador el episodio (o los episodios) de máxima tensión en el centro mismo del cuadro y a la izquierda, con el soldado. Acaba, el último plano del cuadro, dirigiendo nuestra mirada hacia la colina del Gólgota que se perfila en el horizonte.

Respecto a la composición, el cruce de las diagonales formadas por la cruz, crea centros múltiples que son formales y también simbólicos. La Pasión de Cristo, visible en la parte central del cuadro. Las Tres Marías y San Juan, señalados por el aspa de la cruz y por último, la otra parte del aspa, señalando al soldado y al fondo el Gólgota.

No existe diálogo entre los grupos que se forman en torno a los personajes principales de esta historia: María, esta inmersa en la composición y Cristo mira con pesar al espectador. Cada grupo contiene, a su vez, otros núcleos dramáticos, lo que aumenta la expresividad de esta pintura. En el grupo de las Marías, hay otra mujer que también mira con desilusión al espectador, casi escondida debajo de la cruz. La Virgen y esta María presentan técnicamente unos brillos muy interesantes para crear sus lágrimas.

En el grupo del Salvador caído en el suelo, encontramos la figura central de Simón el Cireneo, que intenta sostener la cruz. Adquiere un valor impresionante y crea, a su vez, otro fuerte centro de atención en el mismo centro del cuadro pero con un punto de vista más alto que el personaje principal. Muy significativo es el punto de vista dado a Cristo, seguramente tan bajo para aumentar el dramatismo de la escena y obligar al espectador a inclinar la cabeza. Le corresponde, en evidente antítesis, el cuerpo robusto y de rasgos diabólicos del soldado. Representa el giro de la trayectoria narrativa hacia la crueldad y violencia del cuadro.